domingo, 1 de diciembre de 2013

lunes, 11 de noviembre de 2013

CHISTES GRACIOSOS

FARMACIA

Entra un tipo en una farmacia:

- ¿Tiene pastillas para los nervios?
- Si.
- ¡¡Pues tómese dos porque esto es un atraco!!

TALLA

- Oye, dile a tu hermana que no está gorda, que sólo es talla "L" fante...


- ¡¡Oye, Oye!!, pero, ¿por qué golpeas a ese maniquí?
- ¡¡¡¡¡Arrrrrrrg!!!!!. ¡¡Es que no soporto a la gente falsa!!



- Camarero, camarero ¿tiene ancas de rana?.
- Sí.
- ¡Entonces pegue un saltito y tráigame un café!.

domingo, 10 de noviembre de 2013

CHISTES DE ANIMALES

Los peces y la memoria de tres segundos

Le dice un pez a otro: -Oye, ¿Sabes que andan diciendo por ahí que solo tenemos memoria de tres segundos? ... -¿Qué? -¿Cómo? ¿Qué dices? -¿Qué?


El hombre comprando entradas para los toros

En una plaza de toros, un hombre que pasaba por allí le dice a otro que estaba en la taquilla comprando entradas: -¿Le gustan los toros amigo? -Si, mucho. -¡Pues tiene usted los mismos gustos que las vacas!

Las gallinas y la pastilla de avecren

Se encuentran dos gallinas por la calle, una llevaba una pastilla de avecren debajo del ala... en esto le dice la otra: -¿Qué llevas debajo del ala? -Son las cenizas de mi madre...

El animal mas religioso

¿Cual es el pájaro más religioso? El ave maria!


sábado, 9 de noviembre de 2013

CHISTES DE LOCOS

El peligro de las carreras de caballos

Dos amigos, le dice uno al otro: -El otro día fui a ver una carrera de caballos... -¿Y qué tal lo pasaste? -Estuvo bien, hasta que me calló la cámara de fotos al suelo, cuando me agaché a recogerla, uno se me subió encima y 
se puso a saltar y a gritar ¡Arre caballo! ¡Arre! -¡Qué loca está la gente! ¿Y qué hiciste? -Pues lo que pude... ¡

quedamos de novenos!

El loco y la tortuga marina

Sale un loco del manicomio y le pregunta a una señora que andaba con una tortuga en una caja: -Disculpe señora, esa tortuga es marina? -Pues si. -Oh pobre Marina! que te hicieron!!

CAPERUCITA ROJA

Había una vez una adorable niña que era querida por todo aquél que la conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no le hubiera dado a la niña. Una vez le regaló una pequeña caperuza o gorrito de un color rojo, que le quedaba tan bien que ella nunca quería usar otra cosa, así que la empezaron a llamar Caperucita Roja. Un día su madre le dijo: “Ven, Caperucita Roja, aquí tengo un pastel y una botella de vino, llévaselas en esta canasta a tu abuelita que esta enfermita y débil y esto le ayudará. Vete ahora temprano, antes de que caliente el día, y en el camino, camina tranquila y con cuidado, no te apartes de la ruta, no vayas a caerte y se quiebre la botella y no quede nada para tu abuelita. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, “Buenos días”, ah, y no andes curioseando por todo el aposento.”

“No te preocupes, haré bien todo”, dijo Caperucita Roja, y tomó las cosas y se despidió cariñosamente. La abuelita vivía en el bosque, como a un kilómetro de su casa. Y no más había entrado Caperucita Roja en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontró con un lobo. Caperucita Roja no sabía que esa criatura pudiera hacer algún daño, y no tuvo ningún temor hacia él. “Buenos días, Caperucita Roja,” dijo el lobo. “Buenos días, amable lobo.” – “¿Adonde vas tan temprano, Caperucita Roja?” – “A casa de mi abuelita.” – “¿Y qué llevas en esa canasta?” – “Pastel y vino. Ayer fue día de hornear, así que mi pobre abuelita enferma va a tener algo bueno para fortalecerse.” – “¿Y adonde vive tu abuelita, Caperucita Roja?” – “Como a medio kilómetro más adentro en el bosque. Su casa está bajo tres grandes robles, al lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrás visto,” contestó inocentemente Caperucita Roja. El lobo se dijo en silencio a sí mismo: “¡Qué criatura tan tierna! qué buen bocadito – y será más sabroso que esa viejita. Así que debo actuar con delicadeza para obtener a ambas fácilmente.” Entonces acompañó a Caperucita Roja un pequeño tramo del camino y luCaperucita Roja levantó sus ojos, y cuando vio los rayos del sol danzando aquí y allá entre los árboles, y vio las bellas flores y el canto de los pájaros, pensó: “Supongo que podría llevarle unas de estas flores frescas a mi abuelita y que le encantarán. Además, aún es muy temprano y no habrá problema si me atraso un poquito, siempre llegaré a buena hora.” Y así, ella se salió del camino y se fue a cortar flores. Y cuando cortaba una, veía otra más bonita, y otra y otra, y sin darse cuenta se fue adentrando en el bosque. Mientras tanto el lobo aprovechó el tiempo y corrió directo a la casa de la abuelita y tocó a la puerta. “¿Quién es?” preguntó la abuelita. “Caperucita Roja,” contestó el lobo. “Traigo pastel y vino. Ábreme, por favor.” – “Mueve la cerradura y abre tú,” gritó la abuelita, “estoy muy débil y no me puedo levantar.” El lobo movió la cerradura, abrió la puerta, y sin decir una palabra más, se fue directo a la cama de la abuelita y de un bocado se la tragó. Y enseguida se puso ropa de ella, se colocó un gorro, se metió en la cama y cerró las cortinas.
Mientras tanto, Caperucita Roja se había quedado colectando flores, y cuando vio que tenía tantas que ya no podía llevar más, se acordó de su abuelita y se puso en camino hacia ella. Cuando llegó, se sorprendió al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sintió tan extraño presentimiento que se dijo para sí misma: “¡Oh Dios! que incómoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita.” Entonces gritó: “¡Buenos días!”, pero no hubo respuesta, así que fue al dormitorio y abrió las cortinas. Allí parecía estar la abuelita con su gorro cubriéndole toda la cara, y con una apariencia muy extraña. “¡!Oh, abuelita!” dijo, “qué orejas tan grandes que tienes.” – “Es para oírte mejor, mi niña,” fue la respuesta. “Pero abuelita, qué ojos tan grandes que tienes.” – “Son para verte mejor, querida.” – “Pero abuelita, qué brazos tan grandes que tienes.” – “Para abrazarte mejor.” – “Y qué boca tan grande que tienes.” – “Para comerte mejor.” Y no había terminado de decir lo anterior, cuando de un salto salió de la cama y se tragó también a Caperucita Roja.
Entonces el lobo decidió hacer una siesta y se volvió a tirar en la cama, y una vez dormido empezó a roncar fuertemente. Un cazador que por casualidad pasaba en ese momento por allí, escuchó los fuertes ronquidos y pensó, ¡Cómo ronca esa viejita! Voy a ver si necesita alguna ayuda. Entonces ingresó al dormitorio, y cuando se acercó a la cama vio al lobo tirado allí. “¡Así que te encuentro aquí, viejo pecador!” dijo él.”¡Hacía tiempo que te buscaba!” Y ya se disponía a disparar su arma contra él, cuando pensó que el lobo podría haber devorado a la viejita y que aún podría ser salvada, por lo que decidió no disparar. En su lugar tomó unas tijeras y empezó a cortar el vientre del lobo durmiente. En cuanto había hecho dos cortes, vio brillar una gorrita roja, entonces hizo dos cortes más y la pequeñaCaperucita Roja salió rapidísimo, gritando: “¡Qué asustada que estuve, qué oscuro que está ahí dentro del lobo!”, y enseguida salió también la abuelita, vivita, pero que casi no podía respirar. Rápidamente, Caperucita Roja trajo muchas piedras con las que llenaron el vientre del lobo. Y cuando el lobo despertó, quiso correr e irse lejos, pero las piedras estaban tan pesadas que no soportó el esfuerzo y cayó muerto.
Las tres personas se sintieron felices. El cazador le quitó la piel al lobo y se la llevó a su casa. La abuelita comió el pastel y bebió el vino que le trajo Caperucita Roja y se reanimó. Pero Caperucita Roja solamente pensó: “Mientras viva, nunca me retiraré del sendero para internarme en el bosque, cosa que mi madre me había ya prohibido hacer.”
                                                                               FIN

LA BELLA y Y LA BESTIA

             
Un negociante tenía tres hijas de las cuales la más pequeña era la más hermosa y por eso la llamaban Bella. Bella era una mujer bondadosa que ayudaba mucho a su padre a diferencia de sus hermanas que sólo pensaban en vestidos y novios.

Eran una familia muy pobre,  el padre cada día se preocupaba más por que a sus hijas no les falte comida. Una tarde escuchó que en el pueblo se estaban haciendo muy buenos negocios, así que tomó todo lo que había obtenido de su pobre cosecha y algunas cosas para vender y se fue al pueblo. Las hijas mayores antes de partir le pidieron que les traiga un vestido de regalo. En cambio, Bella - que sabía lo que costaban y el esfuerzo que supondría para su padre - le pidió una rosa.

Luego de terminar sus negocios el padre se dispuso a volver a su hogar, pero como estaba anocheciendo se equivocó de camino y se perdió. Así fue como llegó hasta un castillo y entró para pedir un sitio donde dormir. Como no vio a nadie lo recorrió y llegó a un comedor donde había una mesa servida con deliciosos platos; esperó un rato para ver si volvía el dueño, pero al notar que estaba solo se sentó y comió un poco de cada fuente de comida; luego subió a una habitación y se recostó hasta quedar profundamente dormido.

Cuando despertó al día siguiente, en lugar de sus viejas ropas encontró unas nuevas, se las puso, bajó al comedor, y encontró la mesa servida con un abundante desayuno con cereales, tortas, galletas y dulces. Sentía que algo extraño sucedía porque en el castillo no escuchaba ruidos ni se cruzaba con ninguna persona, pero como todavía le quedaba mucho viaje hasta su hogar bebió y comió mucho. Se preparó para partir cuando recordó que Bella le había pedido una flor; salió al jardín y cortó una rosa de los tantos rosales que rodeaban la casa.

En aquel instante el ruido de unos pasos lo sobresaltó, se dio vuelta y frente a él vio a un ser con cuerpo de hombre pero con una cara que parecía la de un monstruo. Lo miró fijo sin pronunciar palabra hasta que el monstruo le dijo:

- ¿Por qué tienes tanto miedo? Soy una persona igual que tú, aunque por tu cara debes pensar que soy una bestia o algún ser salvaje. Eres un mal agradecido y eso me ofende mucho, te di de comer, te regalé ropas nuevas y ¿Me pagas robando una flor de mi jardín que es lo más sagrado de mi casa?

- Perdone – le respondió el negociante – Mi intención no era hacerle daño, solo deseaba llevarle una rosa de regalo a mi hija.

- Debería matarte por dañar mi rosal, pero te perdonaré con la condición de que me traigas a tu hija.

El negociante volvió a su hogar amargado pensando como salvar su vida y la de su hija. Al llegar le contó a Bella lo sucedido, sin embargo,  esta que amaba a su padre lo tranquilizó y le dijo que iría al castillo para ver que quería esa bestia.

Así marcharon los dos en la madrugada, caminaron casi hasta el mediodía hasta que llegaron a las puertas del castillo. Cuando la bestia los recibió Bella se escondió detrás de su padre temblando de miedo.

- Te puedes marchar y dejar a tu hija en el castillo, no le haré ningún mal sólo deseo un poco de compañía- le dijo la bestia al padre. Lo que buscaba en realidad era una mujer que lo amara.

Pasaron los días y la bestia era muy bueno con Bella, le preparaba comidas tan ricas como nunca había probado, le enseñó a trabajar con las plantas y hasta le regaló uno de los rosales.

Una tarde recibió la visita de su hermana mayor que le contó que su padre estaba muy enfermo, llorando le suplicó a la bestia que la deje ir a su casa para poder cuidar de él, prometiéndole volver en cuanto se recupere. Antes de que Bella se fuera él le obsequió una rosa para que lo recuerde, le declaró su amor y le propuso matrimonio para gran sorpresa de ella que nunca había sospechado nada, ni siquiera se le había pasado por la cabeza la posibilidad de tener una relación con él, a pesar del cariño enorme que sentía. No encontraba las palabras para negarse sin herirlo, sólo lo miró con lágrimas en los ojos, lo abrazó y le dijo:

- Perdón, pero no puedo-

- ¿Es por mi fealdad? Nunca me lo dijiste, pero te parezco un monstruo ¿no? – le preguntaba la Bestia mientras se tapaba la cara para que Bella no lo vea llorar.

Bella sólo le dijo que debía irse lo más rápido posible a lo de su padre porque la necesitaba mucho. Y así partió camino a su hogar. En el recorrido no dejaba de pensar en la propuesta y lo que más le asombró fue darse cuenta que sentía tristeza por haberlo dejado sólo en el castillo; igualmente no debía darle vueltas al asunto porque lo más importante en ese momento era la salud de su padre.

El padre estaba enfermo en la cama y le costaba hablar, pero al ver a Bella, los ojos se le iluminaron de felicidad. La presencia de su hija menor y el saber que ella se encontraba bien, lo reanimó de tal modo que en pocas semanas estuvo listo para levantarse y retomar su vida habitual.

Bella lo ayudaba a trabajar y se encargaba de los quehaceres de la casa, y al estar tan ocupada se olvidó del castillo y de la Bestia.

Una noche soñó que la Bestia se estaba muriendo, se despertó sobresaltada y angustiada porque el sueño había sido muy real, no logró dormirse hasta que al amanecer se levantó, puso algo de ropa en la maleta, le explicó al padre que debía volver al Castillo.


Al llegar, buscó en vano a la Bestia por todas las habitaciones y salones, hasta que salió al jardín y lo encontró tirado al lado del rosal, corrió hacia él y lo llevó adentro para cuidarlo y bajarle la fiebre.

Sentada junto a su cama lo miraba Si no llegaba a tiempo podría haber muerto, y  haberlo perdido para siempre - pensaba Bella-¿qué me esta pasando? .

 Aunque en el fondo sabía que estaba enamorada de él no quería admitirlo. 

Al despertar la Bestia le dijo a Bella: 

- ¿Qué haces en mi casa? Pensé que nunca volvería a verte ¿por qué volviste?

- Es difícil de explicar, pero al verte así enfermo pensé que te podrías haber muerto y me di cuenta de que te quería. Me enseñaste con tus actos que en la vida es más importante para ser feliz tener al lado un hombre bueno que me cuide y me ame, que tener un hombre físicamente apuesto – Bella lo tomó de las manos y con una sonrisa le dijo – si tu propuesta sigue en pie mi respuesta es sí, quiero que nos casemos.

Fue tanta la felicidad de la Bestia que la abrazó, la besó y ocurrió lo inesperado: su rostro empezó a transformarse; Bella se asustó y se alejó de él.

- No temas – la tranquilizó la Bestia – hace años una bruja me hechizó convirtiéndome en un monstruo, para recuperar mi verdadero aspecto una mujer debía aceptar casarse conmigo y amarme a pesar de mi fealdad.

De esta manera, la Bestia se convirtió en un apuesto Príncipe. Fueron a pedir la mano al padre de Bella para casarse, quien se la accedió con gran alegría; y un mes más tarde celebraron la boda en el castillo y fueron muy felices por siempre.